
A lo largo de nuestra experiencia nos hemos encontrado con el caso en donde el acreedor inicia la cobranza persuadiendo al deudor, sin embargo y por errores en la validación del crédito, mala racha del deudor, crisis económica, etc., nos encontramos con un deudor que no sabe como va a cumplir con su obligación de pago y mucho menos sabe la manera en como ir ejecutando acciones que le permitan tener la liquidez necesaria para pagar. Al final nos enfrentamos a un juicio en donde por desgaste se firma un convenio de pago en donde nadie sabe a ciencia cierta si existirá el tan anhelado pago, en suma a la larga nadie gana.
Lo cierto es que muy pocos litigantes han escudriñado el área de las finanzas personales y al momento del juicio, un ciego guía a otro ciego. No se diseña una estrategia financiera o plan de pagos viable y en muchos casos se abandona al deudor a su suerte y al acreedor se le vende un convenio de pago ilusorio.
La atención a esta clase de problema DEBE SER BIPARTITA, comenzando por entender que la clave esta en asistir al deudor para que construya un espiral ascendente de ingresos que de lugar a su “desintoxicación”, y por el otro conciliar con el acreedor un convenio que recoja las señas de ahorro-inversión que el deudor va a realizar en un lapso determinado, a través de la asesoría financiera. Es decir cuando nos encontramos con estas señas, el conocer sobre temas de crédito, inversiones, seguros, sistemas de pensiones públicos o privados, fondos o sociedades de inversión, el abogado es dos veces abogado y sin duda su trabajo queda garantizado, pues se construye un escenario de ganar-ganar. No es conveniente crear falsas expectativas en un comerciante falto de liquidez y mucho menos crear al deudor escenarios que pueden complicar su situación y dejarlo en la calle.
Si se encuentra en este dilema no dude es escribir o llamarnos…SUERTE.

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